Te amo pero…
¿Pero? ¿Me amas o no me amas?
Esta es un cuestionamiento esperable luego de recibir un “pero” siguiendo a una frase que invitaba a soñar y a sentir.
A nivel de lógica proposicional, el “pero” desvirtúa, devalúa y elimina la totalidad de los significados posibles en la primera proposición, dándole validez a lo que sigue de ese “pero” demoledor.
La primera reacción es considerar la posibilidad de que se trate de otro “te amo” de cartón más, un disfraz, una mentira.
Sin embargo, como los únicos absolutos en la vida son que todo cambia y que todo es relativo, en La Otra Campana me gusta acompañarte a ver lo mismo de otro modo.
Imagina, por un momento, que ese “pero” fuera un acto de amor, proveniente de un ser que te ama de verdad y que teme que, por estar juntos, tú terminarías sufriendo.
Otra posibilidad, sería la de estar pidiendo ayuda de modo silencioso, para que en ese “pero” pudiera descubrir que algo le sucede que le impide estar completamente a tu lado; como si te dijera “pero aún no puedo… no me dejes, pero…”
¿De qué estamos hablando?
De la necesidad de hacer un alto ante de emitir un juicio con liviandad, sin contemplar las circunstancias en las que la otra persona se vio movida a emitir un “pero”.
Ese alto exige salirse de uno mismo y frenar acusaciones rápidas, que hieren, basadas en malas interpretaciones que se alimentan desde un protagonismo tan fuerte que es capaz de excluir a la posibilidad del otro.
Es obvio que poder comprender una circunstancia no alcanza para justificar un maltrato, y no debe ser aceptado.
No obstante, cuando se logra contactar con el otro a nivel empático, comienzan a desintegrarse las historias amenazantes ancladas en el pasado que no dejan navegar las aguas del presente.
Es un momento único en el que lo posible se vuelve probable, transformando el “pero” en un “y” para sumar construyendo confianza.
Todo lo insoportable se vuelve tolerable y relativo, cuando
nace un “Te Amo Y Te Veo.”
Nos leemos la próxima.
